Cómo me despedí de mi hijo
Uriel se marchó el día 23 de enero, nació el 24 y lo despedimos el día 16 de junio. Nunca me ha gustado la palabra despedida porque no logro encontrarle un sentido positivo, me trae nostalgia y tristeza, pero tras muchas semanas dándole vueltas decidí junto con mi psicóloga que era buena idea hacer algo bonito con sus cenizas. En su momento, no me sentí capaz de ir yo a por ellas y se ocuparon mi hermano y mi cuñada, y en su casa se quedaron hasta que estuve preparada para afrontar ese momento. La frase “las cenizas de Uriel” era devastadora. Cruel. Injusta. Y me partía por la…