Sin salud mental no hay felicidad

A menudo confirmo con desaliento lo poco aceptadas que están las enfermedades mentales. A nadie le cuesta entender que vas al traumatólogo porque te duele la rodilla. En cambio, cuando lo que da la lata es la mente, entramos en un terreno pantanoso que cuenta con la desaprobación de la mayoría. Para empezar, porque vivimos en un mundo con poca empatía. La salud mental es tan importante como la física.

Hace poco una amiga nos contaba que sufre hipocondría, y otra le decía que lo mejor era que no pensara que se iba a morir cuando le asaltaban esos pensamientos. Si fuese tan fácil estarían vacías las consultas de los psicólogos, ¿no?

Tener nuestra mente a raya y controlar que no se vaya de madre con los pensamientos distorsionados a veces no es tan sencillo. Puede que te resulte fácil tenerlos controlados haciendo terapia de café con una amiga pero algunos problemas necesitan la ayuda de un profesional.

 

A menudo las personas ansiógenas no encuentran su lugar en la sociedad. El TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA se confunde con estar nervioso, con tener un poco revuelto el estómago o que te suden las manos. Sufrir ansiedad no es tan simple como eso. Algunos síntomas de una persona con este trastorno incluye problemas para controlar las preocupaciones constantes, dificultad extrema para relajarse, ausencia de concentración, sensación de cansancio todo el tiempo, dolores de cabeza, musculares, estomacales o dolores inexplicables. También puede aparecer dificultad para tragar, temblores o tics, sudoración, mareos, y falta de aire y sensación absoluta de pérdida de control. Quizá esto último es lo que mejor describe la ansiedad.

Sufrir ansiedad te resta una gran calidad de vida. Por eso, el primer paso consiste en tomar conciencia de que existe el problema. A veces puede que aparezca incluso después de que haya pasado la tempestad. Y no entiendes por qué te sientes así, ansiosa, sin ganas de nada, tremendamente triste, si lo más grave ya pasó. Otras veces irrumpe en nuestra mente sin razón aparente o es consecuencia de un shock post traumático. Entonces hay que dar un paso al frente. Ir al psicólogo es tomar una decisión valiente por ti.

Alguna vez os he contado que yo perdí todas mis herramientas personales cuando murió mi hijo. Me desaparecieron. Se esfumaron. Me sentía incapaz de enfrentarme a todo. Muchas sesiones de terapia con una buena especialista me han ayudado a recuperarlas y a saber que mi meta no es que no aparezca la ansiedad, sino aprender a vivir con ella.

Rompo una lanza a favor de todas las personas que hemos sufrido ansiedad, depresión, hipocondría, crisis de pánico, etc. Seamos comprensivos y respetuosos. Si no conocemos el tema, mejor no meternos a opinar, porque el grandísimo desconocimiento y el poco respeto que reciben los trastornos de la salud mental dificultan a menudo el proceso de recuperación.

6 Comentarios

  • Mariel Burgos

    Mi querida Virginia, es verdad, a veces es mejor enterrar en el hueco más oscuro de la mente a los hijos perdidos, tengo 2 vivos y 4 muertos. Como si fuera de tontos estar llorando por los que no están cuando tienes otros por quienes vivir. Tremenda equivocación. Ahora habiendo perdido a mi bebé de 8 semanas hace 4 días, han salido todos los dolores juntos, pido perdón por no haberlos recordado como debía, por no haberlos honrado, por haber querido olvidarlos porque dolía mucho. Gracias por este espacio en este momento que tanto lo necesito. Gracias a Laura Baena que postió tus palabras en instagram . Te sigo en IG desde hoy. Soy @honestlymariel. Por cierto conocí Cádiz en el.2011 por la JMJ. Soy de Panamá. Un abrazo.cálido y amoroso. Prometo rezar por tí y tu niño hermoso.

    • Virginia del Río

      Querida Mariel, cuánto siento tu dolor. Me llegan tus palabras como un abrazo. No tienes que pedir perdón. Hacemos lo que podemos en función del momento en el que nos encontramos y eso ya es mucho. estoy segura de que eres una madre maravillosa para todos tus hijos. Muchos besos para ti y para el cielo.

  • Juan

    Llevo un buen rato leyendo tu historia y la de Uriel, y he de reconocer que me enganchó. Cuánta sensibilidad, cuánto amor !. Os apoyo y me identifico con vuestro problema , quizás porque ‘no hay felicidad sin salud mental’ y en estos momentos en que uno no las tiene todas consigo, leer estas palabras que llegan tan adentro del alma y de la mente, ayudan a que ambas se reconforten. Enhorabuena,….a los dos.

  • Pili

    Muy buena reflexión Virginia y te doy toda la razón. Decía el profesor Vallejo Nájera en su libro “ante la depresión” que decir a una persona que está pasando por esta enfermedad que lo que tiene que hacer es salir, irse a la calle y no estar pendiente de lo que le sucede es como pretender que lo haga una persona con fiebre alta o con un fuerte dolor de estómago. Y es cierto, en nuestra sociedad la enfermedad mental es ” tabú”

    • Virginia del Río

      Sí, tata, sigue siendo tabú. Pero hay que normalizar estas situaciones porque por ellas pasan muchas personas y tratarlas (o tratarnos) como un bicho raro solo hace aumentar el problema. Un beso y gracias por tu comentario.

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